Las piezas se llevan a un horno a 900 grados centígrados aprox. Cuando los esmaltes se funden, se sacan en estado de incandescencia y se depositan en un recipiente lleno de viruta de madera. El contacto con este medio incendia la viruta y se genera una enorme cantidad de humo que penetra en la pieza y entra a ser parte de ella. Se obtienen tonalidades, texturas, matices y colores fascinantes y nunca iguales de una pieza a otra.
El Rakú es, pues, una compleja alquimia donde intervienen los cuatro elementos (tierra, fuego, agua y aire) de la cual resultan piezas únicas, siempre maravillosas.
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Con este vídeo inmortalizo esta excitante experiencia compartida y disfrutada gracias al espacio facilitado por Sula, compañera rakuniana. Sirviendo a la vez de muestra del proceso para los que aun os suena a chino esta técnica cerámica
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